Comunidades

LAS COMUNIDADES  NEOCATECUMENALES

En nuestra parroquia existen seis comunidades neocatecumenales con un total de unos  110  hermanos. La primera comunidad empezó hace más de 30 años fruto de unas catequesis para adultos impartidas por unos catequistas de Valencia siendo párroco D. Adolfo Mullor.

Las demás han ido naciendo de las mismas catequesis dadas ya por catequistas de esta primera comunidad  con autorización y conocimiento del Arzobispado. Estas catequesis suelen hacerse cada año durante los meses de enero y febrero en los salones del colegio.

Actualmente hay dos equipos de catequistas. La primera y segunda comunidad son llevadas por los catequistas de la parroquia de San Jerónimo de Valencia.

Celebraciones eucarísticas los sábados a las 20’30 h. en la Capilla del colegio de San Roque. Celebración abierta a toda la feligresía.

Pero …

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– ¿QUÉ ES EL CAMINO NEOCATECUMENAL?

Nadie mejor para definirlo que el propio Papa Juan Pablo II que  en la carta del 30 de agosto de 1992 dice:  “RECONOZCO el Camino Neocatecumenal  como un itinerario de formación católica  válida para la sociedad  y para los tiempos de hoy”.   Y añade: “deseo vivamente, por tanto, que los hermanos en el episcopado valoricen y ayuden, junto con sus presbíteros, a esta obra para la nueva evangelización, para que se realice según las líneas propuestas por los iniciadores, en espíritu de servicio al Ordinario del lugar y en comunión con él, y en el contexto de la unidad de la Iglesia particular con la Iglesia universal.”

“Numerosos hermanos en el Episcopado han reconocido los frutos de este camino. Quiero limitarme a recordar al entonces arzobispo de Madrid, Monseñor Casimiro Morcillo, en cuya diócesis y bajo cuyo gobierno han nacido, en el año 1964, las comunidades neocatecumenales que él acogió con tanto amor”.

Por tanto, el Camino Neocatecumenal está reconocido y aprobado por el Papa Juan Pablo II en su carta apostólica del 30 de agosto de 1992 y se rige por unos estatutos aprobados por decreto del Pontificio Consejo para los Laicos del 29 de junio de 2002 (L’Osservatore Romano del 1-2 julio de 2002 ) después de varios años de seguimiento “ad experimentum”.

– ¿QUÉ MISIÓN TIENE EN LAS PARROQUIAS?

También a esto responde el Papa Juan Pablo II en dicha carta diciendo:  “Tales comunidades hacen visible en la parroquia el signo de la Iglesia misionera y se esfuerzan por abrir el camino a la evangelización de aquellos que casi han abandonado la vida cristiana, ofreciéndoles un itinerario de tipo catecumenal, que recorre todas aquellas fases que en la Iglesia primitiva recorrían los catecúmenos antes de recibir el sacramento del Bautismo”.

– ¿POR QUÉ EN PEQUEÑOS GRUPOS?

De nuevo es el Papa quien responde: “Es el anuncio del Evangelio, el testimonio en pequeñas comunidades y la celebración eucarística en grupos (L’Osservatore Romano, 24-12-1988) lo que permite a sus miembros ponerse al servicio de la renovación de la Iglesia.”

“Vuestro mérito consiste en haber descubierto de nuevo una predicación kerigmática que invita a la fe también a los alejados, realizando un itinerario postbautismal según las indicaciones del OICA, citadas por el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 1231). En el centro de tal recorrido de fe hay una fructuosa síntesis entre predicación, cambio de la vida moral y liturgia. Todo esto se realiza en pequeñas comunidades, en las que la reflexión sobre la palabra de Dios y la participación en la eucaristía…, forman células vivas de la Iglesia, renuevan la vitalidad de la parroquia mediante cristianos capaces de testimoniar la verdad con una fe radicalmente vivida” (Mensaje a los obispos de Europa, Viena 12/ 04/ 1993).

Otras personas, como papas , obispos, teólogos católicos etc., han escrito extensamente sobre el Camino Neocatecumenal.

Así el Papa Pablo VI dijo: “!Cuanta alegría y cuanta esperanza nos dais con vuestra presencia y vuestra actividad!… Vivir y promover este despertar es lo que vosotros llamáis una forma de catecumenado postbautismal, que podrá renovar en las comunidades cristianas de hoy aquellos efectos de madurez y de profundización que en la Iglesia primitiva eran realizados en el período de preparación para el Bautismo. Vosotros lo hacéis después: yo diría que el antes o después es secundario (Pablo VI a las c. neocatecumenales, audiencia del 8-5-1974).

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En 1975, la exhortación apostólica Evangelii nuntiandi de Pablo VI reconoce que la pastoral catecumenal es apta “para un gran número de personas que recibieron el bautismo, pero que viven al margen de toda vida cristiana” (EN, nº 52). Por esta razón se hace “cada día más urgente la enseñanza catequética bajo la modalidad de un Catecumenado para un gran número de jóvenes y adultos.” (EN, nº 44). De ahí la urgencia de una catequesis “ bajo una luz distinta de la enseñanza que se recibió durante la infancia.” (EN, nº 52).

También Juan Pablo I dio permiso para abrir el Camino en su diócesis cuando era patriarca de Venecia en 1972. Lo animó y lo siguió, presidiendo personalmente algunas celebraciones. Además erigió un centro catecumenal diocesano en la Iglesia de Santo Tomás.

Juan Pablo II en numerosísimas ocasiones ha afirmado :

“Muchos poseen la fe, pero vosotros habéis recorrido un camino para descubrir vuestra fe. Y habéis hecho tal descubrimiento descubriendo el misterio del Bautismo”. (Visita a la parroquia de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, Roma,  2-11-1980).

“La realidad del Bautismo existe en cada uno de nosotros, pero hay que ver de nuevo que es ese Bautismo. ¡Pienso que este es un buen camino!” (L’Osservatore Romano 19, 20 /11/ 1979).

“Yo creo que esta es la regla de vuestro neocatecumenado; se trata de descubrir lo que tenemos dentro. Muchos son los cristianos bautizados pero tal vez no han descubierto su bautismo. ¡Y hay que descubrirlo!” (L’Osservatore Romano 5, 6 /11/1979).

“Vuestra vocación neocatecumenal está unida y ligada a la palabra de Dios. Se puede decir que una buena formación para ser catequista es vivir este camino neocatecumenal. Porque las verdades de la fe no se pueden interpretar solamente en sentido intelectual, también deben ser vividas con la gracia de Dios” (L’Osservatore Romano 27,28 / 04/ 1987).

En la exhortación apostólica Catechesi tradendae de 1979 Juan Pablo II concluirá que la catequesis de adultos “es la forma principal de la catequesis, porque está dirigida a las personas que tienen las mayores responsabilidades y la capacidad de vivir el mensaje cristiano bajo su forma plenamente desarrollada.” (nº 34).En este mismo sentido se expresa el Directorio General para la Catequesis (1997).

En otra exhortación apostólica (Christifideles Laici, 1989) dice que para la formación de los cristianos son necesarias las pequeñas comunidades eclesiásticas donde se imparta una catequesis postbautismal siguiendo las pautas marcadas por el ritual de iniciación cristiana de adultos. (nº 61).

El arzobispo  Monseñor Ricardo Blázquez en 1989 ya escribió un libro titulado Las Comunidades neocatecumenales. Discernimiento teológico, en el que hay suficiente información.

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Los obispos del Sínodo de 1977 valoraron como cuestión de máxima importancia la introducción en las iglesias locales de catecumenados para bautizados. Así el Sínodo del 1987 resalta que: “Se recogerán grandes frutos pastorales, si en las parroquias se intuye algo semejante a un Catecumendao de catequesis postbautismal, la cual, con elementos tomados del ritual de iniciación cristiana de adultos, haga conocer las inmensas riquezas del bautismo recibido.”

El papa Benedicto XVI ha enviado, en varias ocasiones, a familias del camino a países de todo el mundo como familias en misión. También ha presidido varias celebraciones con diferentes comunidades.

El actual papa Francisco I, siendo arzobispo de Buenos Aires apoyó en diversas ocasiones la catequesis de adultos en  parroquias de su diócesis y como papa ha animado públicamente a las comunidades en los anuncios que han hecho de Jesucristo en numerosas plazas del mundo los  domingos de esta pasada Pascua.

También el Catecismo recalca que “ el bautismo de los niños necesita un catecumenado postbautismal. No se trata solamente de la necesidad de una instrucción posterior al bautismo sino del desarrollo de la gracia bautismal en la persona.” (nº 1231).

Los artículos y libros escritos son mucho más abundante. En cualquier librería religiosa están al alcance de quien lo desee.

Como muestra citaremos a :

Cardenal P. CORDES.- “Aproximación pastoral a la celebración de la eucaristía en pequeñas comunidades”. ( Madrid, 1998).

El experto en liturgia Padre FARNÉS .- “La celebración eucaristica en pequeños grupos”. (Salmanticensis 43, 1996).

E. PASOTTI.- “El Camino Neocatecumenal según Pablo VI y Juan Pablo II (Madrid, 1995).

J. RATZINGER – “El espíritu de la liturgia”. (Madrid, 2001).

JUAN JOSE CALLES GARZÓN.- “El Camino Neocatecumenal: Un catecumenado parroquial”  (Salamanca, 2005).

KIKO ARGÜELLO.-  “El Kerigma. En las chabolas con los pobres”  Con prólogo del cardenal Antonio Cañizares y comentario del cardenal Christoph Schönborn. (Madrid, 2012).

¿UN POCO DE HISTORIA?

En la Iglesia primitiva cuando alguien quería hacerse cristiano, debía hacer un “catecumenado” ayudados por unos catequistas. Este “catecumenado” estaba formado por una síntesis entre Palabra (Kerigma), liturgia y moral. El kerigma, esto es, el anuncio de la salvación era hecho por los apóstoles itinerantes como Pablo y sus compañeros. En quién lo acogía provocaba un cambio de vida. Este cambio era sellado por los sacramentos (liturgia). En los siglos siguientes este “catecumenado” desaparece  (al entrar grandes masas de conversos se hace imposible catequizar a toda esta gente de una manera profunda y paulatina) y esta síntesis: kerigma-cambio de vida-liturgia, se pierde. El kerigma como  llamada a la fe ya no existe, se transforma en “doctrina escolar”. El cambio de vida moral se convierte en algo de “fuero interno”. La liturgia pierde su carácter participativo y vivencial.  El neocatecumenado recupera de nuevo esta unión entre kerigma y liturgia vivida.

El Camino Neocatecumenal comenzó cuando un joven español, Kiko Argüello, después de pasar por el ateismo y sufrir una profunda crisis existencial, decidió abrazar con fuerza la experiencia cristiana. En 1964 lo dejó todo y se fue a vivir a las barracas de un  suburbio de Madrid. En contacto con los pobres, el Señor le lleva a descubrir esta síntesis catequética y formará  con ellos una comunidad que vive celebrando la Palabra de Dios y la Eucaristía. Descubre así el trípode en que se basa la vida cristiana: Palabra, Liturgia y Comunidad.

APLICACIÓN EN LAS PARROQUIAS.

Ya  el papa Juan XXIII hablaba de que la renovación de la Iglesia vendría de los pobres. El Vaticano II renovando con valentía la liturgia ha marcado una etapa en la historia de la Iglesia. No se concibe esta renovación sin la asistencia del Espíritu Santo.  La aplicación en las parroquias sería una liturgia participativa, existencial, llena de contenido; en esencia, una liturgia que es encuentro con Jesucristo resucitado. Así en cada comunidad un grupo rotatorio de hermanos preparan la Eucaristía y la Palabra monicionando las lecturas y animando a los demás hermanos a vivir con alegría y paz cada celebración, como dice San Pablo: “Estad alegres pues Cristo nos ha redimido y nos ha dado la paz”.

El Concilio también ha hecho una renovación teológica y ha hablado de catecumenado de adultos y de pastoral de evangelización. La constitución Sacrosanctum concilium en su nº 64 habla de que se restaure el catecumenado de adultos… dónde cada persona pueda descubrir en su realidad profunda el amor y la misericordia de Dios hacia los pecadores. Este catecumenado es un revivir nuestro bautismo por etapas porque en la Iglesia primitiva el Bautismo no era un rito mágico de un momento, sino todo un camino compuesto por catequesis, signos, imposiciones de manos, unciones, escrutinios, etc. Así en las comunidades no se camina como a uno le parece sino que las preside un presbítero y las llevan unos catequistas con más años de experiencia que las visitan (como en los primeros siglos), anuncian el amor de Dios (toda persona necesita que le hablen de amor y todo cristiano necesita que le recuerden que Dios nos ama como somos no como deberíamos ser) y escrutan para ver la obra del Espíritu Santo en cada uno.

Como respuesta a la crisis de fe del mundo moderno el Concilio se ha declarado ecuménico y ha hablado de diálogo. A esta crisis de fe se responde en las parroquias con comunidades-signo en las que gracias al Espíritu Santo y a pesar de nuestros pecados y debilidades surjan signos que llamen a las personas a la fe. Por eso una comunidad está formada por diferentes personas, matrimonios, solteros/as, viudas/os, que humanamente no tienen nada en común pero que ayudándose mutuamente, rezando por el otro y juntos por el mundo, dándose la paz de corazón, celebrando la Eucaristía con los hijos, enseñándoles a rezar y a vivir (el porcentaje de hijos catequizados desde pequeños por sus padres en el entorno familiar y que siguen en la Iglesia formando otras comunidades es altísimo), llorando con el que llora y alegrándose con el que ríe (para esto es necesario conocer al hermano, su vida, sus problemas, sus deseos), conociendo la realidad profunda de cómo es cada uno, débil y pecador, pero también experimentando el amor de Dios que une por encima de cualquier barrera humana, sea la edad, sexo, nivel social, cultura, aficiones, etc. y sabiendo que… “allí dónde estén dos o más reunidos en mi nombre, allí estoy Yo”, porque como dice San Pablo: “dónde abundó el pecado, sobreabundó la gracia”.

El Camino Neocatecumenal no pretende formar un movimiento en sí mismo, sino que trata de ayudar a las parroquias a abrir un camino de iniciación cristiana hacia el bautismo para descubrir lo que significa ser cristiano. Las comunidades están al servicio de la parroquia para lo que el párroco disponga y prueba de ello es que muchos hermanos colaboran en diferentes grupos parroquiales (catequesis de niños, juniors, comisión de fiestas, consejo parroquial, Cáritas, etc.)

En resumen, en las comunidades se intenta vivir como vivían las primeras comunidades cristianas, a las que San Pablo se dirige en sus cartas y cuyo modo de vida se haya expuesto en los Hechos de los Apóstoles, compartiendo penas y  alegrías, ayudándose como hermanos y celebrando la palabra y la Eucaristía como lo hacían los primeros cristianos.

Esto es, ni más ni menos, lo que un grupo de personas débiles, pecadoras y que necesitan sentirse amados como son,  están viviendo en muchas parroquias del mundo entre ellas la de San Roque y San Sebastián de Alcoy.

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